El 70% de las detenidas paga condena por droga
En febrero de 2009 había 76 privadas de libertad y en noviembre de 2010 existe un total de 100.
![]() |
PROGRAMAS. En el Centro Femenino de Rehabilitación hay un programa de trabajo comunitario, fuera del penal y otro adentro de los muros. ESPECIAL PARA LA PRENSA/Boris Gómez |
![]() |
PRENSA.COM
Noris volvió a caer por vender drogas en la calle. Está recluida por segunda vez en el Centro Femenino de Rehabilitación de Los Algarrobos y se prepara para lograr su libertad condicional.
“Me dejé llevar por los embustes de un hombre la primera vez que me puso a vender drogas. Aprendí el oficio de estilista y al salir me coloqué en un salón de belleza. Cuando la dueña supo que era ex convicta me lanzó a la calle. Volví a vender droga y por eso estoy aquí”, relató.
Hoy Noris lucha contra esa especie de fuerza de gravedad que hace regresar a los ex convictos a un complejo carcelario, como la Tierra misma atrae a los cuerpos hacia su centro.
La población de presas del Centro de Rehabilitación Femenino de Los Algarrobos creció.
En febrero de 2009 había 76 detenidas y en noviembre de 2010 hay un total de 100, informó la directora del centro, Yaribeth Miranda.
Del total de detenidas, el 70% está allí por la misma causa que Noris: delito contra la salud pública (venta de drogas). 60 de las reclusas están ya condenadas. El resto espera juicio.
Según otra reclusa, de 25 años y que lleva cuatro en la cárcel, el perfil de la mayoría de sus compañeras es el mismo: fueron utilizadas como vendedoras por sus novios, esposos o amantes.
Hay 13 extranjeras y solo dos mujeres están allí por homicidio.
El penal tiene 7 hectáreas de terreno rodeado por una gran cerca de cemento, alambres de púas y ciclón. En 12 hogares hay repartidas algo más de 100 camas y el área techada es de casi una hectárea.
Tres hectáreas han sido designadas como una granja donde las mujeres empezarán a producir aves y cerdos, además de cultivar hortalizas.
Hay enfermería, sala de maternidad y se construye la casa conyugal. “Ellas tienen derecho a una vida de pareja. Con ellas tenemos que hablar en serio para evitar embarazos durante su período de condena”, indicó la directora.
El otro lado
Cada cárcel tiene su jerga. Noris señala que ella está “de este lado”, es decir, del lado en que las reclusas participan en programas que les permitirán educarse, aprender un oficio y acceder a la libertad condicional.
Hasta la fecha, nueve reclusas han conseguido cumplir con los parámetros para acceder a la libertad condicional y otras 12 están llenando el cuadernillo, que es como un manual para lograr la medida cautelar.
Noris está llenando el cuadernillo y mientras tanto es una de las beneficiadas con el programa de trabajo que les permite reducir la pena.
Hay un programa de trabajo comunitario fuera del penal y otro dentro de los muros.
Por cada dos días de trabajo se les reduce un día de condena. Por 100 días laborales las reclusas que apliquen al plan reciben 50 días de conmutación.
Siete de las mujeres realizan labores comunitarias en instituciones estatales y una superó con creces las expectativas, pues fue nombrada en la actual administración al salir del penal. Un total de 48 presas laboran en el programa de trabajo intramuros.
En cuanto a la educación, 11 estudian en premedia, 12 en media y tres en primaria, con el aporte del Ministerio de Educación. Otras 36 toman cursos de manualidades, corte y confección, artesanías y belleza, explicó Yaribeth Miranda.
“Lo que buscamos es que estén ocupadas y aprendiendo un oficio. Nuestra meta es que no regresen a la cárcel una vez cumplan su pena”, explicó.
Los intentos por evitar que estas mujeres regresen a la cárcel van desde la aplicación de cursos con contenido moral, capacitación en profesiones, hasta la aplicación de un seminario con temas psicológicos para reinsertarlas en la sociedad.
Aunque el centro femenino no tiene los problemas de hacinamiento que las cárceles masculinas, sigue siendo una cárcel y Noris se prometió salir de allí pronto.
“Mis hijos me esperan y esta vez no quiero volver al encierro”, indicó.
La cárcel masculina
Mientras la cárcel de mujeres tiene a la mayoría de su población juzgada y en una zona espaciosa, la cárcel de David es la otra cara de la moneda.
Solo el 33% de los 950 reclusos está juzgado. La cárcel de David fue hecha para una tercera parte de los reos que hay, y la solución sería construir una nueva cárcel, proyecto que ya está avanzado, dijo Ismael Flores, director de ese centro penitenciario.
Los planos ya han sido diseñados y el proyecto implica la utilización de 50 hectáreas de terreno que son propiedad de la Autoridad Nacional del Ambiente en el corregimiento de Chiriquí, distrito de David.
La comunidad provincial exige que ofrezcamos una solución para la cárcel de David, que tiene problemas severos de hacinamiento y una cultura de maltrato a los reclusos de hace muchos años. Un total de 90 reos estudia y otro número similar tiene permiso laboral. Unos 40 laboran dentro de los muros y se implementa el programa de trabajo comunitario. Todos estos beneficios son similares en cuanto a conmutación de pena que en la cárcel femenina, explicó Flores.
A la comunidad de Chiriquí le queremos explicar que el proyecto carcelario estaría aislado de la comunidad y en ese ambiente sería más fácil desarrollar una labor de resocialización de los presos, explicó Flores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario